China y el reciclaje

Brecha Digital / Uno de los países donde la contaminación atmosférica de sus grandes ciudades ha llegado a extremos inéditos puso en marcha un sistema de recolección de envases de plástico fabricados con pet realmente novedoso. Los usuarios del metro pueden canjear sus botellitas por pasajes. Para ello se instalaron hace seis meses dispositivos recolectores, primero en las estaciones Jinsong y Shaoyaoju, de la línea 10 del metro. Las botellas son receptadas por máquinas que al recibirlas expenden billetes del metro, luego son aplastadas y derivan automáticamente a una planta de procesamiento. Si el sistema resulta exitoso será aplicado en todas las estaciones del subterráneo de Beijing, y podría replicarse en las de autobuses y en los centros comerciales.

La industria del reciclaje en China es enorme. La cadena cctv informa que el gigante asiático produce 200 mil toneladas de desechos plásticos cada año. El diario británico The Guardian asegura que «Pekín tiene un enorme ejército informal de personas que se dedican a recoger botellas de plástico para después venderlas a compañías de reciclaje». El diario progresista, en lo que podría ser interpretado como un delirio neocolonial, estima «que hasta 20 millones de personas trabajan como recolectores de botellas de pet». Una cifra a todas luces exagerada.

Otros medios aseguran que en el país asiático habría alrededor de 500 mil recicladores informales, La idea de canjear envases por pasajes partió de una mediana y emprendedora empresa estatal china, la Beijing Incom Resources Recovery Recycling, dedicada a fabricar envases a partir del reciclaje de botellas de polietileno tereftalato (pet, por sus siglas en inglés). Para incrementar sus ganancias, la compañía procura reciclar 50 mil toneladas de pet al año sólo en Beijing, apenas un tercio de lo que la megalópolis descarta de ese material. El mismo sistema se había instalado en Shanghái dos años atrás, con muy poco resultado. Por cada botella que los usuarios del metro depositan en las máquinas reciben entre cinco fen y un mao que se acreditan a su tarjeta de transporte. Lo que no dice la publicidad de la empresa es que de esa manera varios miles de recicladores quedarán sin trabajo, mientras que la Beijing Incom, que apuesta a la «excelencia», consigue la materia prima directamente de los usuarios a precios menores que los del «mercado», y, sobre todo, sin pasar por el trámite engorroso, y caro, de acudir a comprar las botellas usadas en los grandes depósitos controlados por poderosos grupos económicos

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