Economía circular

Las acerías españolas reciclaron más de 10,9 millones de toneladas de chatarra de acero, dato que mantiene a España como líder del reciclaje en la Unión Europea.

Acero esperando ser reciclado.

Acero esperando ser reciclado. Unesid

Lluís Amengual. «El sistema actual de consumo en el que nuestra sociedad está sumida no es sostenible». Así empieza el último informe que, realizado el Comité de Medio Ambiente de la Cámara de los Comunes (Reino Unido) bajo el título ´Crecimiento de la economía circular: terminando con la sociedad de usar y tirar´ (Growing a circular economy: Ending the throwaway society), se publicó a mediados de julio. El ejemplo clásico de sociedad de usar y tirar es, por ejemplo, el no reciclaje de los residuos generados y enviándolos directamente al vertedero. Y es que la economía del usar y tirar, una economía lineal, se está redirigiendo hacia una economía circular, aquella que maximiza el uso y valor de los recursos, eliminando tanto la economía y el medio ambiente. Es decir, cambiar la actual economía lineal de producir, usar y tirar, por otras donde los productos y materiales son valorizados de otra manera, como por ejemplo, con el reciclaje. El concepto no es nuevo y está asociado a otros como el ´cradle to cradle´ (de la cuna a la cuna) o el ´industrial ecology´ (ecología industrial) que busca inspirarse en la importancia de optimizar los recursos en un sistema cerrado.

En el caso de los residuos urbanos, el reciclaje es algo relativamente reciente que se remonta a algo más de una decena de años. En cambio, para otros residuos, en este caso metales como el acero, el reciclaje supera el siglo de historia. Y es que el año pasado, las acerías españolas reciclaron más de 10,9 millones de toneladas de chatarra de acero, dato que mantiene a España como líder del reciclaje en la Unión Europea junto con Alemania e Italia. «El acero es el gran referente del reciclaje, un material con rendimientos de reciclado de prácticamente el 100%», apuntan desde UNESID, la Unión de Empresas Siderúrgicas. Y es que según señalan, en España se recicla más acero que la suma de todos los demás materiales juntos. «Es un mercado con unos innegables beneficios ambientales y económicos, en un ciclo respetuoso con el medio ambiente y comprometido con la seguridad que resulta posible gracias a la concienciación de todos los operadores de la cadena de reciclado del acero», prosiguen.

Se estima que el reciclado de materiales de acero en su fin de vida alcanza prácticamente el 100%. Y además, en el proceso de reciclado de acero a partir de chatarra férrica (consumo de chatarra para la fabricación de acero), prácticamente no se produce merma de material, siendo el rendimiento de casi el 100%. De este modo, al final de su vida útil, un producto de acero se transforma en una pieza de un automóvil, una viga de un edificio, una lavadora o un aerogenerador. Todo ello sin perder ni calidad ni propiedades. «El acero se puede reciclar una y otra vez, indefinidamente, haciendo que, a día de hoy, se esté reciclando acero fabricado hace 150 años», explica Andrés Barceló, director general de UNESID.

Y es que gracias a sus propiedades magnéticas, el acero es fácilmente separable de otros residuos mediante imanes. Las vías de recolección de este material pasan por la recogida a pie de calle, la separación por imanes en vertederos o en incineradoras, en recogidas selectivas o en centros de transferencia. Por cada tonelada de acero que recicla la industria siderúrgica, se ahorra cerca de una tonelada y media de mineral de hierro, un 85% de agua, un 80% de energía y un 95% de carbón, así como todas sus emisiones asociadas. «Unas emisiones que se han reducido en más de un 40% en las últimas dos décadas», señala Barceló.

Producción de acero
La producción de acero en España durante 2013 fue de 14,2 millones de toneladas, con un consumo nacional de 10,4 millones de toneladas. Ya en el primer semestre de 2014, «la actividad de la industria siderúrgica se ha caracterizado por una leve mejoría de la situación doméstica y cierta incertidumbre en el exterior, que desemboca en una estabilización de los volúmenes», señala Andrés Barceló. Y es que la producción de acero en España creció cerca de un 1,4% en la primera mitad de 2014 en relación al mismo periodo del año anterior, alcanzando los 7,5 millones de toneladas. «Tras un comienzo de año más positivo, que abarcó todo el primer trimestre, en el segundo, la actividad se estabilizó con un descenso apenas perceptible», explica.

Y es que la producción de acero se ha visto afectada, lógicamente, por la crisis económica. Por ejemplo, cogiendo el intervalo de tiempo de julio 2013 a julio de 2014, la producción se situó en 14,3 millones de toneladas, una cifra que en el mismo periodo de 2010 fue un 13% mayor. Eso sí, sin llegar al récord absoluto de 2007, cuando se alcanzó una producción de 19 millones de toneladas de acero. En cuanto a la demanda y a pesar que el mercado nacional vive una situación mejor que la de años anteriores, el crecimiento de las entregas se ha debido aún a la actividad exportadora que ha subido un 5,4%. «Las entregas en el mercado nacional se acercan a la estabilización pero siguen descendiendo un 1,5% interanual en este primer semestre ya que las importaciones están beneficiándose también de la subida de la demanda», se encargan de explicar desde UNESID. Y es que las toneladas importadas en la primera mitad del año se han incrementado en un 10,3%.

Coincidiendo con mayores dificultades en las exportaciones, se prevé un ligero crecimiento de la demanda nacional. La Contabilidad Nacional del segundo trimestre muestra un cambio en el patrón de crecimiento con una demanda interna positiva y menor contribución de las exportaciones al crecimiento. Así, se calcula que el consumo real de acero de 2014 podría crecer cerca de un 2% interanual. Aunque se espera un ligero crecimiento de la demanda nacional, que coincide con mayores dificultades en las exportaciones, el aumento del consumo no es suficiente para contrarrestar la tendencia deflacionista de los precios, instalada en el sector desde hace ya dos años. «La caída de precios en la siderurgia en este periodo ha sido del 14,1% de forma que la mejoría en las cantidades producidas se está encontrando con un fenómeno opuesto. La tendencia deflacionista, en España y Europa, se suma, en el sector siderúrgico, a la propia caída global de precios de sus productos», desgranan desde el sector.

Imprescindible
reindustrialización
«El concepto de moda es el renacimiento industrial: ahora solo falta que esa convicción se consolide con la adopción de las decisiones políticas y administrativas que no lastren la competitividad de la industria europea», explica Gonzalo Urquijo, presidente de UNESID. La Unión de Empresas Siderúrgicas ha presentado recientemente el manifiesto Las siete propuestas de la industria siderúrgica para reindustrializar España. «Nosotros hemos ajustado todos los costes que estaban en nuestra mano, pero los retos fundamentales del sector siguen ahí y son la política energética, la del cambio climático y de acceso a mercados», prosigue.

Entre las siete propuestas se encuentra en primer lugar el capital humano e inmediatamente después la innovación, «elemento básico de la competitividad», según UNESID. El tercer lugar lo ocupa la política energética que garantiza el suministro y precios competitivos a la industria en consonancia con una política de cambio climático realista y ambiciosa. La cuarta propuesta señalada es la política comercial que asegure el acceso de nuestros productos a mercados exteriores que defiendan el mercado europeo de la competencia desleal. En la quinta se defiende una planificación de las inversiones en infraestructuras a largo plazo, sin sorpresas presupuestarias: transporte por ferrocarril, infraestructuras hidráulicas y portuarias. La sexta se centra en facilitar el acceso a la financiación, tanto crediticia como comercial. Y la séptima es la que hace referencia a la regulación sensata que permita que la industria española pueda desarrollarse y contribuir al «crecimiento y a la prosperidad de nuestro país. Se trata de tener seguridad jurídica, un tratamiento fiscal estable, medio ambiente, logística, promoción efectiva de la responsabilidad social empresarial, sostenibilidad en las compras públicas y una verdadera unidad de mercado tanto en España como en la Unión Europea», concluye Urquijo.

 

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