MINERÍA, MEDIO AMBIENTE Y DESARROLLO SUSTENTABLE

Ricardo N. Alonso *. Opinión del autor.

  • Doctor en Ciencias Geológicas. Profesor de la UNSa e Investigador del CONICET.

La vicuña tiene la fibra más delgada que se conoce entre todos los animales del planeta. Ella es todo un ícono de las cuencas interiores de los Andes Centrales donde vive en libertad y plenitud. A mediados del siglo pasado estaba casi extinguida. Los “chacos” de cacería en donde se cobraban miles de animales las habían diezmado. En las últimas décadas, el compromiso de las empresas mineras de actuar como guardianes en apoyo a gendarmería, logró que las poblaciones se recuperaran grandemente. Las empresas mineras actúan como custodios en puntos alejados de la geografía andina donde desarrollan sus actividades. El sólo hecho de proveer de víveres a su personal está frenando la necesidad de la caza de este vistoso camélido. Las empresas mineras en este caso no piden recompensas, solo colaboran en la sustentabilidad del ecosistema.

A pesar de lo comentado, cada tanto se descubre algún cazador furtivo con pieles de vicuña en su poder. Hace poco, en Condorhuasi, un pobladito al pié del volcán Quevar, un furtivo tenía 340 pieles. ¿Alguien escuchó alguna campaña a favor de la vicuña? No ¿Porqué? Simplemente, porque se trataba de un indigente furtivo cuyo único capital era un viejo rifle Rémington.

Ahora bien ¿Vale menos una vicuña en la Puna que un yaguareté en la selva? Cualquier persona sensata sabrá del valor que cada animal representa para su correspondiente ecosistema. Todos saben de la campaña mediática que se realizó utilizando como ícono al yaguareté con el objetivo de frenar el trazado de uno de los dos gasoductos mineros a Chile. Ambos cruzan las provincias de Salta y Jujuy y su inversión superó los 1.000 millones de dólares. Se decía sin ningún fundamento que el yaguareté se iba a extinguir por el trazado de uno de los gasoductos a través de las mal llamadas yungas, o sea dos falacias en una. Pero curiosamente los gasoductos eran dos y los dos cortaban la misma región de la selva propiamente llamada Tucumano-Oranense, uno más al norte (Norandino) y otro más al sur (Atacama). Nada se dijo, en cambio, que mientras se demoraba -con una campaña mediática- el paso de uno de los gasoductos, el otro cruzaba libremente por el medio de la ciudad de Jujuy, donde viven más de 200.000 habitantes que han quedado desde entonces expuestos a un virtual accidente.

Ambos gasoductos son importantes sin embargo para el gobierno de Salta que cobra regalías de la venta del fluido de los pozos de la cuenca noroeste. Y si estos gasoductos, a pesar de la presión que ejerció una ONG extranjera -concretamente Greenpeace- no se hubieran hecho en tiempo y forma, hoy seguramente se estarían haciendo pero desde Bolivia, donde Tarija se ha convertido en la nueva potencia gasífera de la América del Sur. De todas maneras los gasoductos ya están hechos y salvo un caso, la actividad minera de la Puna aún ve fluir debajo de sus pies el gas que cruza de un lado al otro de los Andes. O sea estamos subsidiando con gas argentino el desarrollo minero del norte de Chile. Mientras tanto las localidades de la Puna continúan extrayendo la débil cubierta vegetal para usarla como energía calórica. La Puna es un desierto frío de altura con una media anual de 8°C y temperaturas invernales extremas de hasta 30°C bajo cero. El gas es fundamental para llevar sustentabilidad a la actividad minera y humana de la Puna. Mina Aguilar en Jujuy fue la primera que logró acercar el gas del gasoducto Norandino hasta su planta minero-industrial. Gracias al gas, ellos no necesitarán traer más leña combustible y además ya están generando su propia energía eléctrica y calórica, lo que les llevará a aprovechar las colas minerales y hacer más efectiva su ecuación económica. Esto es lo que debería esperarse para el resto de la Puna, donde otro gasoducto minero –aún demorado- llevará fluido desde el río de Las Burras hasta la cuenca de Hombre Muerto, pasando por San Antonio de los Cobres, Olacapato y Pocitos. Cuando uno viaja por la Puna y se va acercando a alguno de los pueblitos mencionados, uno se da cuenta que está llegando al lugar por la polvareda que los envuelve a la distancia ¿Y esto porqué ocurre? Simplemente porque la necesidad de combustible de los nativos hizo que eliminaran la pobre y frágil cubierta vegetal de tolas, añaguas y otras plantas xerofíticas achaparradas. Y en esto conviene tener definiciones claras.

Todos sabemos que la Argentina es un país con minería, pero la Puna es una región minera. Su mayor fuente de recursos y mano de obra es la minería. De allí que la única posibilidad de que esos pueblos tengan acceso a la energía es y será a través de la minería. Es aquí donde la minería encuentra un claro marco de sustentabilidad compartida. La protección del ecosistema (protección de la fauna, cuidado de la flora) se da precisamente a través de las empresas y la actividad minera. Por otro lado piénsese en el tremendo valor ecológico de tratar las sustancias minerales in-situ y no transportarlas 400 km montaña abajo en busca de la infraestructura y las lejanas fuentes de energía.

Y ahora quiero volver a los camélidos, en este caso a las llamas. Pero antes permítaseme una digresión. Los camélidos entraron a América del Sur hace unos tres millones de años durante el GABI (“Gran Intercambio Biótico Americano”) donde también lo hicieron los felinos, pecaríes, ciervos, etc. Mientras la vicuña y el guanaco se mantienen salvajes, la llama y la alpaca fueron producto de la manipulación genética por los indígenas altoandinos. En la Puna las llamas están acostumbradas desde siglos a tomar las aguas ricas en boro y en arsénico. Hace un par de años, una de las compañías que explota boratos sufrió una campaña mediática donde se denunciaba que las llamas en una vega cercana a la explotación minera perdían el pelo por la contaminación con boro. Las cámaras de televisión viajaron hasta el lugar, las radios se hicieron eco y los diarios reprodujeron el tema en las páginas a color. Desde la Cámara de la Minería de Salta dijimos que todo era un absurdo. Cuando la dirección de medio ambiente terminó los estudios encontró que el problema de la caída del pelo era por sarna. Sin embargo, ya no hubo cámaras, ni radio, ni diarios para aclarar el asunto. Como siempre, la cosa quedó en la denuncia anónima y en un fino trabajo para enemistar a la gente con las compañías mineras.

Y ya que estamos con el boro sigamos con el boro. Todo el mundo sabe que el boro es un micronutriente para los vegetales, un oligoelemento para el cuerpo humano y un compuesto esencial de la farmacopea (ejemplo los colirios o gotas para los ojos). Por lo tanto no puede ser sospechado de elemento químico malvado, más allá de que su exceso, en el caso de las plantas, puede actuar como un herbicida. Algo de bueno debe tener si se tiene en cuenta que en la Puna, el río Los Patos que desemboca en el salar del Hombre Muerto tiene unas truchas espectaculares y sus aguas son anómalamente ricas en boro. Al punto que se están haciendo estudios biológicos internacionales en este sentido y recientemente las magras arcas de la Universidad Nacional de Salta se enriquecieron con 20 mil dólares de un subsidio dado por la empresa Bórax Argentina para el estudio de este particular fenómeno. FMC-Minera del Altiplano, una empresa que explota salmueras de litio en la región del salar del Hombre Muerto, ganó un premio internacional por el celo que pone en el cuidado del medio ambiente. Su actividad es un claro ejemplo de sustentabilidad, donde a las salmueras se les extrae el metal y luego vuelven al salar. Son condiciones mineras especiales con regeneración de la salmuera lítifera lo que las hace estar más cerca de calificarse como un recurso renovable.

En la ciudad de Salta se realizaron campañas mediáticas diciendo que las plantas de procesamiento de boratos estaban contaminando, que estaban produciendo cáncer, alergias, y otras innumerables enfermedades y dolencias. Bien. La prueba contundente eran los valores de boro que llevaban los ríos próximos a las fábricas y cuyas aguas terminaban en el embalse de Cabra Corral. Hete aquí que el valle de Lerma y el dique Cabra Corral en su centro, se alimentan con las aguas de dos ríos principales de la cuenca del Juramento que son el Arenales-Rosario por el norte y el Calchaquí-Guachipas por el sur. El primero pasa por el ejido urbano donde carga no sólo el eventual producido de las fábricas borateras sino también el producto de las aguas servidas ricas en detergentes con boro que producen medio millón de salteños. El otro río baja prístino del valle Calchaquí y al punto de cruzar la impoluta quebrada de las Conchas termina en el río Guachipas y desagua en Cabra Corral. Luego de una infernal campaña mediática de desprestigio sobre la actividad minera, se decidió encarar un estudio científico serio sobre el boro por químicos de la Universidad Nacional de Salta. Y aquí vino la sorpresa. El río “contaminado” tenía 5 miligramos de boro (sumado natural y antrópico) mientras que el río impoluto tenía el doble (10 mg) y por medios completamente naturales. Con lo cual quedó una vez marcado el tema de que es exactamente concentración natural versus contaminación artificial. Esto quedó claro para la ciencia, pero no para los medios que silenciaron los resultados ¡La contaminación es noticia, pero su explicación científica no!

En el sur del Perú, está Laguna Salinas, una reserva natural del estado peruano donde se explota ulexita. En sus alrededores viven varios pueblos criadores de llamas y alpacas como Moche, Huito y otros cuyos habitantes además trabajan en la faena minera. Todo en un marco de respeto mutuo entre ellos y por el ecosistema. ¡Y estamos hablando de la explotación minera en un parque natural nacional! La empresa aceptó las reglas de juego de obtener el recurso minero manteniendo la sustentabilidad del ecosistema. Hoy se pueden señalar dos cosas. Primero, la situación de la gente ha mejorado, y el prolijo estudio de impacto ambiental realizado en la laguna ha permitido conocer con profundidad científica como funciona verdaderamente un ambiente tipo playa-lake andino. Actualmente se sabe más de ese ambiente que de otros similares en el resto de los Andes Centrales. Así y todo un día aparecieron las cámaras de Arequipa que buscaban filmar la contaminación que alguien anónimamente había denunciado. Volvieron con el material y lo pasaron por el canal de televisión. Lo que nunca aclararon es que el polvo blanco que ellos filmaron cubriendo las pequeñas matas, era simplemente ceniza volcánica propia del ambiente y reciclada de la erupción del volcán Huaynaputina en 1599. Pero el impacto mediático ya estaba logrado, el daño hecho y la imagen de la empresa injustamente deteriorada.

Una de las cosas que la empresa preserva allí es a las parinas o flamencos rosados. Estas aves phoenicopteriformes de las que se conocen tres especies, abundan en todas las lagunas alcalinas ricas en crustáceos de los Andes Centrales. Las aves no se comen, pero sus huevos sí. Y hete aquí que la más común de ellas anida y desova el 25 de diciembre, justo para Navidad. Los nativos lo saben y esos días se dan grandes banquetes de huevos. Y esto no se puede evitar, por más esfuerzo que pongan las compañías porque es una costumbre atávica. Sin embargo, tampoco se escucha a las ONG ecologistas, prestas a intervenir en defensa del ecosistema, haber hecho sobre esto ninguna denuncia (ni tampoco sobre las indefensas vicuñas como señalamos al principio). Sí en cambio lo hicieron los Incas. Y aquí permítaseme hacer otra digresión.

La Historia se nutre de hechos concurrentes que pueden conducir a inesperados resultados finales. Perú y Bolivia, que fueron el centro de extracción de oro y plata durante el dominio español, pasaron a depender el siglo pasado del comercio del guano. Los excrementos de aves marinas de la costa peruano-boliviana alcanzaron tal valor en Europa como fertilizantes, que su dominio –junto al de los nitratos- llevó a la Guerra del Pacífico de 1879. A consecuencia de ello, cambió el mapa geopolítico de la América del Sur, con el avance de Chile sobre el desierto de Atacama y la consecuente pérdida del litoral para Bolivia y de las provincias australes para el Perú. La formación del guano tiene que ver con especiales causas biológicas y geológicas. La actual costa norte chilena y sur peruana es el teatro del intercambio oceanográfico entre la corriente fría de Humboldt de origen antártico y la corriente cálida ecuatoriana. La primera es riquísima en nutrientes y pobre en fauna, mientras que la otra es exactamente a la inversa. Por ello, y a expensas de los caldos orgánicos microscópicos, se desarrollan enormes cardúmenes de anchovetas que convierten a Perú en una potencia pesquera mundial. Las miríadas de peces plateados, atraen y sirven de alimento a inmensas colonias de aves marinas que viven en la costa e islotes próximos. Sus excrementos se acumulan en capas que crecen continuamente en razón de la hiperaridez de la región. No hay que olvidarse que se trata del desierto más árido del planeta, donde a causa de la elevación de los Andes que actúa de barrera a los vientos húmedos y otras razones climáticas, no ha llovido en los últimos millones de años. Gracias a ello, el guano ha podido acumularse hasta alcanzar la friolera de 30 m de espesor, convirtiéndose en las partes más profundas en una materia mineral donde se observan cristales de oxalatos, carbonatos, cloruros y sulfatos de amoniaco, así como ácido úrico. El guano de aves marinas es el mejor fertilizante natural conocido a causa de sus equilibradas   proporciones de nitrógeno, fósforo y potasio. Esto lo sabían muy bien los Incas, quienes lo explotaban sin alterar a las aves ni el equilibrio ecológico y lo usaban para abonar sus tierras. Garcilaso de la Vega, escribió sobre el tema en 1604, acerca del uso del abono y el celo en cuidar a las aves productoras del estiércol «so pena de la vida». Los Incas cuidaron sus aves y fueron buenos ecologistas.

E hicieron mucho más. Hicieron una red vial a través de todo el imperio desde Ecuador hasta Mendoza con epicentro en el Cuzco. El Altiplano y la Puna están llenos de los “Caminos del Inca”. ¿Y saben que pasa si uno vuelca en un mapa vial incaico las aguas termales y las viejas minas de cobre, oro y plata? Que los caminos pasan por allí. Los Incas fueron grandes mineros y tuvieron una metalurgia descollante. Pedro Cieza de León cuenta en 1535 que cuando llegó al Cuzco encontró un galpón lleno de barretas de cobre que los incas usaban en las faenas mineras. Los Incas tenían un léxico abundante para designar los distintos minerales, herramientas, tipo de labores y formas de beneficio. Esto se destaca claramente en el diccionario minero de García de Llanos, escrito en Potosí en 1609, donde de un total de 258 acepciones, son indígenas 160 (o sea un 62%). Los nativos de los Andes Centrales llamaban así «cori» al oro, «colqui» a la plata, «llimpi» al mercurio y «anta» al cobre. Tenían también nombres para minerales portadores de metales que no se encontraban puros como en el caso de los anteriores, sino contenidos en diferentes composiciones químicas, caso de «tacana» al sulfuro de plata, «sucu» al clorobromuro de plata, «soroche» al sulfuro de plomo argentífero, entre otros. El orden en que utilizaron los metales en la región centroandina, fue primero los minerales preciosos oro y plata además de cobre, y luego los bronces en distintas aleaciones arsenicales y estanníferas. Curiosamente, no conocieron el hierro ni la rueda y este desfasaje tecnológico fue letal a la hora del encuentro con los conquistadores españoles.

Además los Incas adoraban los baños en las aguas termales (Incachule cerca de San Antonio de los Cobres significa justamente “baños del Inca”). Las aguas eran lugares especiales de descanso y por ello los caminos incaicos las unían. Los españoles, so pretexto, desconfiaron de las aguas termales aduciendo que las aguas sulfuradas y su olor a azufre les recordaban el averno.

La minería abrió la Puna al turismo, con rutas mineras, ferrocarriles mineros e infraestructura minera. Todos estamos contestes en desarrollar el turismo de la región y que sea en un marco de respeto mutuo y sustentable. Sin embargo, vemos con preocupación que se comenzó a hablar de “Corredores Ecológicos Turísticos” en donde no se menciona a la minería y en caso de hacerlo se lo hace desde lo negativo. Se empieza a buscar un enfrentamiento entre la gente y las empresas que no lo hay y nunca lo hubo. De esto puedo dar fe en forma personal al haber vivido cinco años en forma permanente en el lugar y otros 15 de visitas asiduas semanales o mensuales. Las empresas están fusionadas a los nativos de la Puna, compartiendo sus costumbres y creencias, profesando un claro sincretismo de intereses materiales y espirituales. Sin embargo, se ha visto pasar personas foráneas que trabajan para romper esos vínculos. No hace mucho, un grupo de ellos izó una bandera de Francia en el pueblo de Antofagasta de la Sierra en la Puna catamarqueña y algunos vecinos enardecidos le prendieron fuego.

Desde los cultores del ecolatrismo medioambiental, se está buscando declarar a la Puna como un gran humedal libre de actividad minera. Lo mismo están haciendo mancomunadamente con los anteriores los que apuntan a una región para el deleite exclusivo de ecoturistas. Nosotros respetamos la sustentabilidad de lo concerniente al medio ambiente y el turismo, pero nos oponemos con firmeza al avasallamiento que se quiere hacer de la minería, atacando a la única actividad productiva genuina y ancestral de la región

Hemos visto con tristeza cómo la organización ecologista Greenpeace, se llevó puestas todas las leyes del país en el caso Esquel, dejando a la Nación en una debilidad de su seguridad jurídica minera como nunca antes había ocurrido. Fallaron todos los mecanismos legales. Se plantó una campaña mediática donde se dijo que la explotación del yacimiento de oro de Esquel iba a contaminar con cianuro. No se dijo que en el país hay miles de fábricas que usan cianuro todos los días y que no tienen impactos ambientales conocidos. Es más, cualquier bicicletero, usa cianuro. Hay muchos vegetales que lo producen en forma natural y nos los comemos porque son riquísimos caso de las almendras. En el mundo hay 500 minas que trabajan con cianuro y hace 50 años que no ocurre una catástrofe ecológica por el cianuro (han ocurrido algunos accidentes pero siempre por transporte deficiente y falta de seguridad en la disposición de las cargas). Mientras en Argentina se impedía poner en marcha un emprendimiento genuino productivo, leíamos que Australia había comenzado a subsidiar a sus mineros que utilizaban cianuro ¿Porqué? Simplemente, porque era más oro para Australia y por lo tanto más riqueza para el país. Y aquí vale señalar que Australia es país número uno en transparencia internacional. Es además el país líder en exportación de minerales y en tecnología minera, tanto de equipamiento como de servicios (Fuente: A. Potts, Mining Magazine, Vol. 189, N° 2, Agosto, 2003).

No deja de ser sintomático que a pesar de haber desarrollado nuestro país tecnología nuclear (y de paso léase también minería nuclear) se lo haya atacado tan duramente por la misma organización ecologista antes mencionada, justo cuando se ganó una licitación internacional a tres países del primer mundo para la venta de un reactor nuclear a Australia. La tecnología nuclear argentina debe hacernos sentir legítimamente orgullosos ya que no solamente estamos capacitados para fabricar sofisticados reactores nucleares con fines pacíficos sino que además se tiene la tecnología necesaria para tratar los combustibles gastados, todo lo cual es dominio exclusivo de pocos países del primer mundo.

El epitermal de oro de Esquel no puede explotarse por el cianuro y el turismo. En cambio el epitermal de oro de Ovacik en Turquía está al lado de la famosa, arqueológica, histórica y turística ciudad de Pergamon. Los turcos sí, los argentinos no

.Los Yacimientos deben explotarse en un marco de respeto al medio ambiente y en estricto cumplimiento de la Ley. Pero eso sí, deben explotarse. Y deben explotarse en la generación que les corresponde. Veamos porqué. Como se sabe los minerales son recursos no renovables, esto significa que una vez extraídos ya no se regeneran, lo cual es distinto a lo que ocurre con los bosques o la biomasa marina. Por ello, teniendo en cuenta que los recursos extraídos hoy no estarán disponibles mañana, la cuestión pasa por saber cual es el momento óptimo para explotarlos. Para algunos, hay que explotarlos ya, pues cuanto más rápido se exploten, más rápido también se acelerará el desarrollo del país generando una ganancia social neta. Otros, sostienen lo contrario, esto es que es preferible dejar enterrados los minerales para que sean recién aprovechados cuando alcancen un buen precio y de esa manera la explotación correría por cuenta de las futuras generaciones. A esta postura la criticaba en el siglo XIX el sabio naturalista Antonio Raimondi quién decía que “el Perú era un mendigo sentado en un banco de oro”. Los favoritos del largo plazo basan sus argumentos en la llamada «regla de Hotelling» que dice que los recursos mineros no explotados se incrementan con el tiempo al mismo ritmo de la tasa de interés internacional. Según este razonamiento, habría que desalentar la inversión principalmente extranjera antes que estimularla. Esto hicieron algunos países que en su momento nacionalizaron los depósitos minerales, caso de Perú con Velasco Alvarado, Chile y sus yacimientos de cobre con Allende, y Turquía con sus boratos en manos del ente estatal Etibank, por nombrar sólo algunos, que a la larga tuvieron resultados poco felices.

Si se estudia la historia de la minería se llega a la conclusión que la mejor alternativa es explotar los recursos ya, favoreciendo la inversión extranjera y tratando de que el capital haga su negocio, aunque sin descuidar de obtener los mayores beneficios posibles para el país. Esta es una verdad simple y no de ahora. Ya los visionarios de la independencia argentina lo tuvieron claro, entre ellos Juan Antonio Álvarez de Arenales (1770-1831) quién fuera Gobernador de Salta en 1825. Dejó escrito un decreto minero que es una pieza de antología por su simpleza y actualidad. Contiene preciosos conceptos sobre la seguridad jurídica. Lo reproducimos a continuación:

Decreto Minero

Art. 1°) Todos los habitantes del globo que emplearen su capital e industria en la provincia, gozarán de la plena protección del gobierno. La seguridad de sus personas, la inviolabilidad de sus propiedades y la libertad de opinión están aseguradas por las leyes, en iguales términos que para los nativos.

 Art. 2°) A fin de alentar la minería en la provincia, por tratarse de una de las más importantes ramas de la industria, las minas se declaran ser de propiedad privada de cualquiera que las descubra y trabaje.

Art. 3°) No se permitirán privilegios exclusivos en esta rama, que solo puede concederse a consecuencia de una ley, cuando el resultado de este privilegio y la comparación de la industria del país con la de Europa los hiciere necesarios.

 Art. 4°) La elaboración de los minerales se declara libre de todo impuesto; y libre, en el mismo sentido, es la extracción de metales de la provincia, así como la introducción de maquinaria minera y mercurio.

Art. 5°) Para mayor seguridad de los descubridores y trabajadores de minas, los artículos anteriores se declaran irrevocables por el término de 30 años, a consecuencia de lo cual tendrán fuerza y valor de contrato privado.

 Art. 6°) El mismo será comunicado al Poder Ejecutivo para su publicación, circulación y otros objetos relativos.

Si el decreto minero de Álvarez de Arenales se hubiese respetado, y hubiese sido adoptado e imitado en el resto de la Nación, la Argentina no habría perdido un siglo y medio en desarrollar su minería ¡Justo Argentina cuyo nombre propio viene de «argentum» que significa plata, «el país de la plata» al decir de los conquistadores!

Tenemos muchos ejemplos en la historia de la minería que nos hablan de la conveniencia de explotar cuando hay que explotar. Tal el caso de los suecos, dueños de una importante riqueza ferrífera, que fue explotada intensamente la primera mitad del siglo pasado con ingentes ganancias y desarrollo para ese país. Ello en razón de la calidad del hierro y la cercanía a las acerías europeas. Con el descubrimiento de las enormes reservas proterozoicas de Brasil, Australia y Canadá, así cómo la revolución del transporte de carga que hizo competitivos esos yacimientos, si los suecos no hubiesen explotado el hierro en su momento, hoy les serviría de muy poco. Y si seguimos el razonamiento podemos decir que si la magnetita sueca no hubiese sido tan dura, Nobel no habría inventado la dinamita y hoy no tendríamos el Premio Nobel, uno de los cuales se da precisamente para Economía y ya se sabe la importancia que la minería tiene en la economía mundial.

Otro punto es el avance tecnológico que ha tendido a reducir cada vez más los costos de explotación minera, con la fabricación de maquinarias y equipos más grandes y sofisticados, reflejando una tendencia decreciente en el precio de los principales metales industriales. Asimismo, la sustitución de una sustancia por otra, ya sea natural o artificial, caso por ejemplo de la fabricación artificial de nitratos que dejó en la ruina y la desesperación al floreciente imperio económico del norte chileno, que llegó a ser el Kuwait decimonónico.

También el reciclaje, que a la larga hace caer de golpe el precio de algunos metales. A ello hay que sumarle el hallazgo de nuevos yacimientos de baja ley pero de gran tonelaje, o el descubrimiento de nuevas tecnologías que permiten aprovechar sustancias pobres mediante métodos químicos, físicos o biológicos, todo lo cual incide negativamente en los precios internacionales.

Por ello los pueblos deben aprovechar y gozar de los veneros de la Tierra mientras estos tienen valor. Sumergirse en discusiones estériles, sobre la conveniencia o no de su explotación, puede llevar a que cuando un recurso quiera explotarse ya sea demasiado tarde. Y aquí volvemos a Esquel y nos preguntamos si la férrea oposición que recibió el proyecto tuvo que ver con los argumentos esgrimidos o simplemente porque quedaba en la línea de la ecología profunda que pretende un corredor bioceánico que divida el sur del continente. Esto ya quedó demostrado con las maniobras del Sr. Douglas Tompkins, en el parque Pumalín de Chile, que casi dividió a Chile en dos sin no hubiese sido por la férrea y lúcida intervención del Presidente Eduardo Frei. Tompkins adhiere y es el principal propulsor de la Ecología Profunda (“Deep Ecology”), del ideólogo noruego Arne Naess donde el hombre es considerado un estorbo para el medio ambiente.

Allí es donde entran a jugar organizaciones como Greenpeace. El fondo ideológico puede analizarse tomando un editorial de sus Crónicas de 1979 donde dicen:

“Los sistemas de valores humanistas han de ser substituidos por valores suprahumanistas que sitúen cualquier vida vegetal y animal en el ámbito de la consideración legal y moral. Y a la larga, tanto si hay a quien le gusta como a quien le disgusta, no quedará más remedio que recurrir si es necesario a la fuerza para luchar contra aquellos que continúan deteriorando el entorno”.

La advertencia es clara: la superación del humanismo en beneficio de una entronización del reino vegetal y animal como sujeto de ética y de derecho no se producirá sin coacciones. En el mismo estilo, alguien como Jean Briére, antiguo miembro de los Verdes sugiere “acabar en su origen con la superproducción de niños en el Tercer Mundo”, mientras Jean Fréchaut, que asimismo fue miembro de los Verdes durante un tiempo, sueña con un “¡gobierno mundial que pueda oprimir a las poblaciones con el fin de reducir todas las contaminaciones y cambiar tanto los propósitos como los comportamientos mediante manipulaciones psicológicas!”.

Y cuidado que no es un demente aislado, ya que su ensayo maltusiano fue publicado en una importante recolección de textos norteamericanos. A todos esos intelectuales de los grandes centros de poder les importa un hemisferio austral y un tercer mundo de ambiente limpio (en lo posible de humanos) ya que cuando piensan en un mundo autoabastecido para 500 millones de personas lo hacen con la óptica parcializada de “yo o nosotros (por ellos) y el resto”.

Volvamos a las definiciones y en este caso a qué entendemos por medio ambiente. Cuando se estudia planetología comparada del sistema solar y también la historia de la geología se llega a una conclusión muy importante: “Es el estado dinámico de la Tierra en un momento determinado”. Hay un ambiente pre-antrópico, producto de una historia no antropocéntrica del planeta y otro medio ambiente antrópico producto de la irrupción del Homo sapiens sapiens. Este último medio ambiente se compone precisamente de la sumatoria del medio natural más el medio antrópico. Y aquí debe quedar claro que toda actividad humana causa impactos, a excepción claro está de las actividades totalmente intelectuales o contemplativas. Por lo demás, trasportarse, alimentarse, divertirse, laborar, y hasta respirar causa impacto. Por ello se dio en hablar de la “sustentabilidad”. Pero ¿Qué se entiende por sustentabilidad o desarrollo sustentable? Esta palabra se ha usado y deformado en todos sentidos. En su concepción original fue definida así: “El desarrollo sustentable es aquel que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer las posibilidades de las futuras generaciones de satisfacer las suyas” (cf. Informe de la World Comisión on Environment and Development, 1987). Esta filosofía está conteste con lo comentado antes acerca del momento oportuno para explotar los yacimientos.

A nosotros nos importa la minería, que incluye desde la explotación de las menas pasando por todas las etapas de la concentración y beneficio. O sea que hablamos de procesos productivos minero industriales. Greenpeace se ha opuesto sistemáticamente a muchas clases de industrias, desde curtiembres hasta ingenios azucareros, como el reciente caso del ataque al ingenio Ledesma de Jujuy. Destruir la industria es parte de la filosofía de Greenpeace y aquí voy a tomar como referencia un lúcido comentario del pensador argentino Raúl Luterstein, quién dice, y cito:

“La intención declarada de Greenpeace, según antiguos fundadores de la misma, como Paul Watson, Patrick Moore o Robert Hunter, es «la destrucción de la industria», es decir, detener el progreso de las naciones que quieren, pero no pueden, no se les permite, desarrollarse industrialmente. Para ello, una de las armas más efectivas, además del FMI, el Banco Mundial y las exigencias de la Reserva Federal, ha sido el uso abusivo de la idea ambientalista, de la Ecología como herramienta ideológica de dominación geopolítica. Con la excusa de «proteger al ambiente» se está llevando a cabo una monstruosa política eugenésica y genocidio a escala mundial. También dijeron algunos de sus fundadores, alejados ya de sus filas por una natural repulsión, cosas como Paul Watson, quien desertó de Greenpeace en 1977: «El secreto del éxito de McTaggart («dueño» por muchos años de la organización), es el secreto del éxito de Greenpeace: no importa cuál sea la verdad; lo único que importa es aquello que la gente quiere creer que es la verdad».  Y Robert Hunter, mentor espiritual y fundador de la organización afirmó: «El maquiavelismo y el misticismo jugaron roles iguales en la formación de la conciencia que Greenpeace expresaba. Corporizaba algunas veces, un fervor religioso, otras veces una crueldad que lindaba con el salvajismo.  La corrupción y la grandeza jugaron cada una sus partes, y cada una recogió su cosecha…» O como afirmó E. Bennet Metcalfe, un veterano fundador de Greenpeace: «Por la forma en que comenzamos y la forma que es ahora, me veo a menudo como una especie de Dr. Frankestein que creó un monstruo que tiene ahora vida propia.» O peor aún, cuando Bjorn Oekern, renunció a la presidencia de Greenpeace Noruega porque los tribunales de su país habían demostrado que Greenpeace International había falsificado la información contenida en una famosa documental que mostraba a cazadores de focas torturando a los animales, fundamentó su renuncia con «…nada del dinero recaudado fue usado por Greenpeace para protección del ambiente», agregando que, en realidad, Greenpeace era «un grupo eco-fascista». En realidad, la filmación había sido montada por Greenpeace, y los torturadores de focas habían sido pagados por la organización para filmar la documental usada para recaudar fondos. Algo realmente repugnante. Pero, cuando «los fines justifican los medios», cualquier cosa es posible, y se recurre a cosas como el Axioma de la Propaganda, elaborado por Joseph Goebbels, en la Alemania Nazi: «Mentir, mentir y mentir… que algo siempre queda!». Así, a medida que muchos antiguos miembros de Greenpeace fueron «viendo la luz», las deserciones se fueron multiplicando y las revelaciones de escándalos y manejos turbios se fueron sucediendo, como su ex-jefe de contadores Franz Kotte, quien proporcionó los números de las cuentas secretas en bancos Suizos que tenía el grupo. O la más reciente y notoria, la deserción de Bjorn Lomborg, profesor de estadística de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, quien se ha convertido en quizás la peor espina clavada en el costado de Greenpeace Su excelente libro «El Ecologista Escéptico: El Verdadero Estado de la Tierra», que demuestra la falsedad e hipocresía que reina en el movimiento ecologista mundial, ha provocado una conmoción cuyos alcances son impredecibles y todavía se están evaluando. A todo esto se le debe agregar la gran cantidad de reveses sufrido por Greenpeace en los tribunales de muchos países, como la mencionada Noruega, o en Brasil, donde debió suspender sus falsedades acerca de la energía nuclear, o en Canadá, donde los tribunales le retiraron su condición de «organización sin fines de lucro», y la de «organización de caridad», por lo que deberá pagar impuestos por sus actividades -sumamente rentables, como es público y notorio. Por todo ello, su intención de presentarse como una organización seria y creíble, y que sus denuncias sean consideradas «científicas», es una pretensión vacía de contenido. Lo más desafortunado, sea quizás que la genuina, atendible preocupación de la gente por un desarrollo armónico sustentable y respetuoso de la naturaleza y del patrimonio natural que le debemos a las generaciones futuras se encuentre vulnerado y a la vez burlado por organizaciones cuyo objeto no es la preservación del medio ambiente sino la captación de voluntades y recursos con fines inconfesables”.

Hay que tener cuidado con las organizaciones disfrazadas de verde que solo buscan aumentar las ventas y los negocios de las mercancías ecológicas a través del “eco-business”. Entre ellas podemos mencionar a las turbinas eólicas (previo ataque a los hidrocarburos fósiles); los motores pequeños (previo ataque a los vehículos grandes); las heladeras que no usan CFC’s (previo ataque a todos los gases que “destruyen la capa de ozono”); los cultivos no transgénicos (sin explicar las ventajas tecnológicas y medioambientales de los transgénicos), entre otros muchos ejemplos.

Como que también hay que tener cuidado con las organizaciones ecologistas que agravian a la actividad productiva y la incriminan de destructora del medio ambiente.

A ello hay que agregarle los grupos indigenistas, conducidos por gente en las sombras, que se arrogan derechos de propiedad sobre vastas extensiones de tierras, impidiendo todo desarrollo económico en ellas. Esto se basa en estrategias coordinadas con precisión, con selectos grupos de ideólogos y multitud de adherentes desinformados que los siguen, creyendo que apoyan causas útiles.

Las ONGs “verdes” caen en una gran antinomia porque atacan a la producción capitalista pero viven en el seno del capitalismo y aprovechan y disfrutan de todas sus ventajas. Son parásitos enquistados en las sociedades liberales, que buscan destruir al organismo que los alimenta. El pensador francés Jean Francois Revel, con su conocida agudeza, plantea la duda de, y cito, “si los actuales ideólogos del ecologismo son personas sinceras o simplemente farsantes que descubrieron un modo de vida muy cómodo”.

Loss minerales están donde están, esto es donde los puso la naturaleza después de complicadas operaciones geológicas y metalogénicas que demandaron cientos de millones de años. Los minerales no eligieron estar en un ambiente más lindo o más feo, y cuando los geólogos los descubren, los descubren donde los descubren y punto. La localización de los depósitos minerales no se inventa.

No hay dudas que el mundo necesitará cada vez más materias primas minerales y también necesitará cuidar cada vez más el medio ambiente. Por ello es importante tener en claro que:

«Desarrollo sin ecología es un suicidio, pero ecología sin desarrollo es un genocidio».

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